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Post 11: Barbie

Hace unas pocas semanas, uno de esos domingos relajados, apareció en documentales recomendados uno sobre Barbie. Los astros se alinearon aquel día porque me pareció buena idea verlo. Y no veáis lo que me sorprendió. Mi infancia se basó, gran parte del tiempo, en jugar con Barbies. Siempre he sido muy cuidadosa y con esa muñeca no iba a ser menos. La peinaba, le cambiaba de ropa (no podía ir siempre con la misma) y creaba una vida a su alrededor. Es uno de los juguetes que más he disfrutado. De hecho, le tenía tanto cariño que, cuando iba a casa de una de mis mejores amigas de la infancia, prefería dejármela en casa porque sabía que si caía en sus manos podía correr peligro (si acabas leyendo esto y te das por aludida, perdona, pero tenía que decirlo 😇). Lo máximo que llegué a hacerle a una Barbie fue pintarle un mechón de un color. No recuerdo si fue rosa o azul, pero ya apuntaba maneras.


Pues bien, a raíz de ese documental se generó dentro de mí un ansia por conseguir una Barbie en concreto. Consiguieron que reconectara con mi yo infantil, con ese sentimiento. El documental mostraba la sede central de Barbie, en California, en la cual se estaban planteando cambiar de estrategia porque las ventas estaban cayendo. Por eso, la directora creativa decidió que era un buen momento para modificar el cuerpo de Barbie. A partir de ese momento iba a ser alta y delgada, bajita o rellenita. Al ver ese cambió pensé que sería una gran idea y, acto seguido, muestran una Barbie curvy con el pelo azul. Y me cazaron en sus redes.


Su cuerpo siempre ha sido un tema que ha causado mucha controversia ya que no tiene unas medidas que encajen con los estándares del cuerpo femenino. Muchas mujeres la critican porque no refleja un modelo real de mujer, con profesiones que tachan de machistas y con un cuerpo que puede generar problemas en las niñas que juegan con ellas. Sin embargo, he de decir que yo no lo veo así. Me he criado con una madre que me ha tachado desde pequeña como gorda, en una casa en la que no había dulces o fritos. Y no hablemos de que hubiera chocolate en la despensa, la gran utopía. Pero, a pesar de eso, la Barbie no ha sido un factor decisivo para que decidiera dejar de comer, ni mucho menos. Sigo siendo la niña regordeta que fui y la Barbie no me causó ningún trauma con respecto a mi físico.


Creo firmemente en que la imagen de Barbie es la que cada cual quiera darle a su muñeca. Los niños son muy inocentes y, gracias a esa gran habilidad ven el mundo con otros ojos, con naturalidad. Es una muñeca independiente que da alas a todo el que juega con ella para crear un mundo de fantasía donde ella puede con todo. Barbie me inculcó ser valiente y el no tener que depender de nadie para conseguir mis objetivos.



Porque, seamos sinceros, Ken nunca pudo ser el novio de Barbie. Si acaso, su amigo gay.



The future is female


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